Eustaquio Segrelles - Eustaquio Segrelles del Pilar
Eustaquio Segrelles, veteranísimo dibujante e ilustrador, formó parte de la Escuela Valenciana, trabajando durante los años 50 y 60 para Editorial Valenciana y sobre todo para Maga en diversas series que el aficionado recuerda. Fernando Rodil lo entrevistó durante el verano de de 2010, en Valencia, y de su larga conversación pueden extraerse muchos datos de interés para los estudiosos de su figura y de este período.
Eustaquio Segrelles del Pilar nació en Albaida (Valencia) el 14 de Enero de 1936. Hijo pequeño de Ramiro (nacido en Albaida) y Teresa, era uno de seis hermanos: Ramiro, Teresa, Pepe y Vicente (gemelos), Lola y Eustaquio. Su abuelo Eustaquio del Pilar era también valenciano.
Con cuatro años se trasladaron a vivir a Valencia. Su padre, comerciante y tratante de bayetas y cirios, también pintaba óleos que vendía en los mercados de Xátiva y alrededores. Pintaba asimismo carteles de cine (uno que recuerda Eustaquio fue el de “Si yo fuera Rey”). Murió en Zafra (Badajoz) en 1946, cuando él contaba 10 años. Su madre, en cambio, era de Barcelona, bautizada en la Catedral, como le gustaba presumir, y siempre ejerció de catalana.
Eustaquio estudió en el colegio de la Sagrada familia y posteriormente fue su madre la que, advirtiendo su tendencia artística, lo matriculó en la escuela de Bellas Artes de Valencia de San Carlos. Después de tres años, a los 18 de edad, estuvo en la escuela de D. Vicente Barreira.
Juan Puerto, de la Editorial Valenciana, al enterarse de que era sobrino del pintor José Gabriel Segrelles i Albert, le llamó para unas colaboraciones, por lo que, lo primero que hizo en el mundo del tebeo fue para la revista Jaimito (quizás una o dos historias de unas niñas, y un colegio). Sin embargo, no tendría continuidad al estar muy verde, ya que se lo rechazaron. Lo que sí es cierto es que en el número 1.000 de Jaimito se le nombra como unos de sus colaboradores.
Un poco después se ocuparía de pasar a tinta el lápiz de Vañó para algunos números de Roberto Alcázar y Pedrín, pero su trabajo tampoco gustó y tras dos o tres cuadernillos no le dieron más trabajo. Poco recuerda Segrelles de esta época, y aún menos de los ejemplares que entintó, guardando en la memoria sólo que en uno de ellos, en la portada, aparecía un faraón.
Todas las semanas llevaba muestras a la Editorial Maga. Manuel Gago (padre), le decía que siguiera haciéndolo, hasta que un día de 1951 le dio para hacer unos cuadernillos de la colección Espía de Maga, que contó con 25 números. Eustaquio realizó los números 12, 13 y 14, y ya no le dieron más por su baja soltura y calidad. Tenía 15 años. Como curiosidad indicar que la cara con gafas del número 13 es la de su hermano Ramiro, y que la mitad izquierda de la portada es de Luis Gago. Cree Eustaquio que quizás fue porque la que él había hecho estaría mal.
Desde los 14/15 años a los 21 trabajó como empleado de seguros en la Delegación de la Financiera Nacional de Seguros y Reaseguros, donde su hermano Ramiro era el delegado.
En 1957, con 21 años realizó su primera exposición en el Círculo Mercantil de Onteniente. Vendió cinco cuadros de los 30 que exponía y como anécdota recuerda que el enmarcador era ciego. Su segunda exposición la realizó en 1959 en el Círculo de Bellas Artes de Valencia. En esta ocasión vendió 7 cuadros a 4.000 Ptas. cada uno. Empezó a pensar en dedicarse a la pintura y la ilustración y dejar los seguros.
Es con la colección Rayo de la Selva (Maga, 1960), que constó de 83 ejemplares más un almanaque, que Eustaquio comenzó a trabajar en serio en los cuadernos de aventuras. Lo hizo tras Guerrero, que había realizado del 1 al 29 de la citada serie, y de Pérez Fajardo, que se ocupó del 30 al 43. Eustaquio dibujó del 44 al 83, y aunque los números 51, 52 y 54 no estén firmados por él, también son suyos.
Alrededor de 1959 decidió dedicarse a la pintura y la ilustración, y dejó los seguros. Poco después cobraba ya 10.000 Ptas. al mes de la editorial, mientras que como oficial de primera en los seguros apenas había cobrado 1.295 Ptas. Trabajaba 14 horas diarias. Durante todos estos años había compaginado los seguros y los tebeos, y comenzó a pintar cuadros, que es lo que más le ha gustado siempre.
La Ed. Maga decidió reeditar por entonces la colección Tony y Anita. Para ello se hicieron todas las portadas nuevas, y Eustaquio realizó las que van del 39 al 57, salvo la 43, que según él es de Quesada.
En 1961, Ed. Maga sacó al mercado la colección La Cuadrilla, de 45 números. Claudio Tinoco dibujó del 1 al 30, siendo de Segrelles los restantes. Eustaquio no realizó ningún guión y no sabe por qué lo dejó Tinoco, ni por qué le encargaron a él la continuación.
En este mismo año se casó con María del Carmen, a la que conocía desde que tenía 17 años y con la que tuvo cuatro hijos, Eustaquio (16-02-65), Menchu (07-08-67), Josué (02-02-71) y Penélope (22-04-75). De los 5 nietos que tiene actualmente, Iris, Antonio, Kevin, Josué y Tristán, ninguno se ha inclinado por la pintura.
Al año siguiente, y con guiones de Pedro Quesada, se ocupó de la serie Aquiles, de 36 números, así como de Terremoto (25 números), también de Quesada. Ambas fueron publicadas por Maga. Uno de sus trabajos más interesantes, de 30 números, fue probablemente Los Imbatidos (1ª época), para la misma editorial, aparecido en 1963 y con Quesada de nuevo a los guiones. Eran cuadernos de 28 páginas y cuyo precio de venta era de 5 Ptas., ambas cosas poco habituales en el tebeo de la época.
En 1964, y perteneciendo a la serie Los Tres Bill, Maga publicó la colección Sahib Tigre de 45 números y guiones de Pedro Quesada. Hasta el número 8 fueron en su totalidad obra de Eustaquio, así como las 45 portadas. A partir del número 9 él realizó el lápiz y el lápiz y tinta sólo de las cabezas. Un equipo de ayudantes le pasaba a tinta el resto del tebeo. Esto lo tuvo que hacer por el exceso de trabajo que tenía en esos momentos. Entre los ayudantes estaban Mascaró y Benet.
Ese mismo año realizó Aquiles el Griego, como suplemento de la Revista Flecha Roja y con guiones de Pedro Quesada. Para la misma revista realizó también Miguel Martín, Enviado Especial, donde algunos guiones son propios y otros de Salvador y otros de Jesús Moya. Asimismo como suplemento de Flecha Roja se encargó de Sahib Tigre, con guiones de Pedro Quesada. La portada con que se recopiló fue de Miguel Quesada.
Las dos últimas colecciones que realizó en 1964 para Maga fueron los 25 números de El Alegre Corsario, dentro de la serie Los Tres Bill, con guiones de Pedro Quesada, y la colección Martín Gaucho. Ésta última, de 50 números, la comenzó Fajardo, pero intervinieron posteriormente otros dibujantes como Llin, Serrano y Catalá Moya. Segrelles realizó del 10 al 35. Este último número 35 lo firmó como “Estudio Segrelles”. Como hemos dicho antes y por el exceso de trabajo, Eustaquio buscó ayudantes entre los que estaban Benet, Boluda, Alonso (muy joven), Mascaró (de Valencia), y Roberto Llin. Este último le ayudó luego en el personaje “El Santo” que realizó para Inglaterra y Noruega a través de la agencia Bardon Art de Macabich. A partir del nº 36, los cuadernos no serían de Segrelles ni de su equipo. Los ayudantes trabajaban en sus respectivas casas, dándoles Segrelles los dibujos a lápiz. Los precios los tenían establecidos, dependiendo de las páginas, pero no recuerda su importe.
En 1965 realizó para Maga Los Imbatidos, segunda época, colección de 23 números, con guiones de Pedro Quesada y ya con el precio normal de 2 Ptas. y 12 páginas.
Su relación con Pedro Quesada, guionista de casi toda su obra, se limitaba a trasladarse a su casa en el 90% de las veces, para darle así personalmente los guiones. No los comentaban, se los daba sin más y posteriormente tampoco le hacía ningún comentario sobre su interpretación de las situaciones y dibujos.
También para Maga realizó en 1965 el número uno de la colección Atletas. La misma editorial intentó publicar ese año una revista dirigida a un público más adulto con el nombre de Reseso, que sólo alcanzó los 20 números. José Ortiz creó el personaje Don Funesto y lo realizó hasta el número 8. Segrelles realizó los números 9-10-11-12-13 y 14. Los 15-16-17-19 y 20 fueron de Leopoldo Ortiz. Se desconoce en estos momentos quién hizo el 18.
En 1968, su amigo y compañero Vicente Ramos se decidió a editar un tebeo, Españolín, del que sólo se publicaron 10 ejemplares. Segrelles realizó las portadas de los números 1, 2 y 3, así como algunas viñetas interiores, como la grande de “páginas de la Historia”, Aníbal.
Eustaquio cree que efectivamente hizo algo para la primera época de la revista S.O.S., pero no recuerda qué historias ni en cuántos números colaboró.
A través de Selecciones Ilustradas y sobre todo Bardon Press, trabajó para Inglaterra, Noruega y otros países nórdicos. Para el personaje “El Santo” también le ayudó Brocal Remohí, así como los dos hijos de Vañó. Para Gran Bretaña hizo unas historias de tema bélico en las cuales Ortiz hacía el lápiz y él la tinta. Realizó asimismo las aventuras de Cabeza de Vaca y un personaje que se llamaba Fulton.
Durante cuatro o cinco años dibujó para el extranjero, antes de dejar los tebeos para dedicarse a la pintura.
Durante ese tiempo continuó haciendo exposiciones por varios puntos de España, hasta que en 1970 realizó una en la sala Halcón de Madrid. Fue el punto de inflexión en su carrera como pintor. Obtuvo un gran éxito de ventas y crítica. Ese año firmó una exclusiva con José Díaz Cristóbal, madrileño, abogado y del sector inmobiliario, por cuatro años y medio, mediante el cual él se comprometía a realizar 15 cuadros cada mes a cambio de 500.000 Ptas. (3.000,00 €) mensuales.
Ese mismo año, estando exponiendo en el Círculo Mercantil de Zaragoza, su primo Vicente Segrelles Sacristán, que se dedicaba a la publicidad en Barcelona, se desplazó a verlo y convenció a Eustaquio para que le mandase unas pruebas a Inglaterra. Así empezó Vicente en el mundo del tebeo.
Fue en estos años cuando compró una parcela en El Alter (Picassent) y comenzó a hacer su vivienda y estudio en los que sigue viviendo y trabajando.
En 1972 decidió dedicarse exclusivamente a la pintura, aunque hizo esporádicamente alguna incursión en el mundo de los tebeos.
En 1973 realizó para Bruguera las “Nuevas Aventuras de Dick Turpin”, el número 92 de Joyas Literarias Juveniles, con guión de Andrés Martín Farrero, un cuadernillo de 30 páginas.
Segrelles cree que hizo alguna otra cosa para Bruguera (¿algo sobre un colegio de niñas?), pero no lo recuerda. Piensa que el contacto con esta editorial ocurrió a través de López Blanco.
Nunca realizó tebeos de hadas o romántica, ni realizó ningún tebeo de Johnny Pacífico como se le tiene adjudicado por algunos estudiosos del medio.
En el año 1975, cuando contaba 80 años, moría su madre.
En la segunda mitad de los años setenta realizó algunas historias porno para Italia. Se pagaban muy bien. Víctor de la Fuente hizo Mortimer para la misma editorial. A Segrelles le contrataron para dar color a algunas de esas historias, le pagaron el viaje y la estancia, pero no le dieron dinero. Y recuerda que por causa de una huelga su avión estuvo mucho tiempo dando vueltas sin poder aterrizar. Fue su primer viaje y lo recuerda como el peor.
Al final, por falta de tiempo y porque le reportaba más dinero, fue definitivamente dejando los tebeos por la pintura.
Eustaquio reconoce que el haberse dedicado a dibujar tebeos es lo que le ha permitido realizar la composición de sus cuadros. No reniega en absoluto de sus comienzos; todo lo contrario, los valora como la base y fundamento de su posterior evolución y éxito como pintor.
Aproximadamente en 1995 se separaron amistosamente Carmen y Eustaquio. El 15 de Enero de 1998, cuando había cumplido 62 años, sufrió un infarto de miocardio y le realizaron un triple bypass.
En uno de sus viajes al extranjero y encontrándose en Malasia, decidió comprar por su bajo precio una casa en Port Dickson playa y otra en la capital, Kualalumpur. Ésta última, un piso 37º con unas vistas impresionantes hacia las Torres Petronas.
Aunque en los últimos años y por la edad pasa menos tiempo en Malasia, en los años anteriores lo disfrutó.
Durante unos años perteneció a la peña gastronómica “La Mutra”, de la que guarda muy gratos recuerdos, pero al morir su presidente y propietario D. Ricardo Martí, se terminó todo aquello.
Desde hace 9 años comparte su vida con Nieves Peris.
Ha realizado multitud de exposiciones tanto en España como en el extranjero. En su momento también desarrolló su faceta como escultor, de la cual está orgulloso y cree que engrandece las posibilidades del pintor, al ampliar su visión en tres dimensiones.
Es un trabajador metódico, todos los días a las 10:30 se pone a pintar en su espacioso estudio, hasta las 12:30. Por las tardes después de una pequeña siesta retoma la pintura hasta las 22:00 horas o más, si está inspirado.
En 1967 vivía en La Elina (villa Teresina). Al expandirse el pueblo y como ya era un pintor acreditado, el alcalde Enrique Daries Coll decidió poner su nombre a una calle.
Fernando Rodil
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